El mar
Casi
todos los días vengo hasta la playa para sufrir. Tengo mucho miedo del mar,
como tengo miedo de ti. Sin embargo, no me ves huir. Sigo adelante y me paro en
la orilla, sabiendo que debería estar corriendo en la dirección contraria. ¡Tan
estúpida! Entierro mis pies en la arena y me voy hundiendo aun más, toda vez
que me besan esas aguas cálidas.
La
superficie parece calmada. Las olas suaves musitan promesas de un buceo inolvidable.
Un placer por el cual valdría la pena arriesgar la vida. Pero las aguas no son
sinceras en sus intenciones. Veo la tempestad por detrás del horizonte. Quizá,
lo que yo más desee sea que una tormenta o una ola gigante me sorprenda, me
atrape y me lleve hasta el fondo. Como deseo tu abrazo y la alegría y el pavor
que él me hace sentir.
Escapo
de una ola que me quiere lamer las piernas. Me aparto, pero no me voy. ¿Por qué
no viene el verdadero amor a salvarme y llevarme lejos de este litoral?
Con
mi corazón, pregunto al mar:
—
¿Si me dejo llevar, sólo una vez, me destruirás?
Pero
él no sabe oírme. Pregunto otra vez, con mis ojos:
—
¿Me puedo aventar y volver a la tierra, entera, limpia y tranquila?
Pero
él tampoco entiende mi mirada. No tengo ningún efecto sobre él. No me habla.
Si
me aviento, sé que seré devorada. Pues es todo lo que quiere el oceano. Es el
destino de los aventureros.
Sigo
caminando en la orilla de esas aguas de color sobrenatural, que de mirarlas ya me
hacen temblar. No tengo ganas de huir,
pero tampoco me quiero morir. Parezco calma, pero no tengo ninguna paz.
Este
mar me atormenta. Este mar son tus ojos.
Desejo do dia: olhares.